28 de febrero de 2009

Raspay, algo más que una pedanía

Para mí, Raspay siempre ha sido ese “gran” desconocido. Es decir, he sabido de su existencia, lo he visitado un par de veces, pero poco más. Hasta hoy. Me ha entrado la curiosidad. Y moviéndome un poco por Internet he encontrado que Raspay tiene su propia idiosincrasia. Su propia historia. Y si no les importa, voy a contarles un poco más sobre esta pedanía. Quizá muchos conozcan ya lo que voy a narrarles, pero estoy seguro de que otros muchos se sorprenderán como yo me he sorprendido.

Raspay , que se encuentra exactamente a 23 km. de Yecla y a 6 km. de Pinoso, nació a finales del siglo XIX y se desarrolló en torno a la agricultura. Según datos de 2008 cuenta con 119 habitantes y, como ya sabrán, en Raspay se habla también valenciano debido a las múltiples relaciones que tiene y ha tenido con la provincia de Alicante.

Su nombre

La historia de Raspay es relativamente reciente, ya que los primeros datos sobre el poblamiento permanente de la zona se remontan a 1855. El historiador yeclano Miguel Ortuño ha investigado sobre el origen del término que da nombre a la pedanía. Según Ortuño, esta aldea se halla en un paraje denominado del Pino Rasposo, y de ahí podría derivar el nombre de Raspay, aunque también cabe la posibilidad de que el término proceda de raspall, vocablo que en valenciano hace referencia a la escobilla con que se recoge el grano en la era. Por otro lado, Antonio Mateo Jareño, también historiador, añade una tercera opción mucho más legendaria: Raspay podría derivar del término rapiña porque en esa zona se guarecían muchos ladrones.

El Cura Ibáñez

En 1855 apareció por nuestra Yecla la primera persona que se interesó por Raspay, una pedanía que, por aquellos momentos, apenas podía subsistir. Fue Antonio Ibáñez Galiano, más conocido como “Cura Ibáñez”. Miguel Ortuño Palao elaboró una interesante biografía de carácter popular sobre este sacerdote que llegó a ser nombrado obispo de Teruel y Albarracín en 1890. El Cura Ibáñez llegó a Yecla en 1855 y permaneció en nuestra ciudad hasta 1890. Fue quien creó el Colegio de los Escolapios, quien terminó las obras de la Iglesia de la Purísima (de la que fue párroco y arcipreste), y quien fundó el Convento de las Monjas Concepcionistas (donde está enterrado) y el Asilo de Ancianos. Asimismo, Ibáñez Galiano formó una Junta de Fiestas en 1879 que fue el precedente directo de la actual Asociación de Mayordomos.

Pero, además, este sacerdote, del cual hablaré más en profundidad en otra ocasión, fue el primer cura de Raspay. Al parecer, en 1853 el prelado Ibáñez fue ordenado presbítero y, en 1855, radicó en la diócesis de Cartagena como encargado de la rectoría de la pedanía. Según Miguel Ortuño, el Cura Ibáñez solicitó que le destinaran “a un lugar donde nunca antes hubiera ido otro párroco”. Su interés radicaba en conocer muy de cerca el mundo rural. Y le enviaron a Raspay, una pedanía repleta de carencias y dificultades. Varias citas explican que cuando los raspaleños vieron aparecer a aquel señor con sotana exclamaron que había llegado al pueblo “un hombre con faldas”, pues nunca antes habían visto a un sacerdote. Aunque sólo permaneció dos años en la pedanía, ofició multitud de misas, aunque no está claro dónde, pues la actual iglesia no fue construida hasta principios del siglo XIX. La leyenda popular menciona una ermita que, posiblemente, ocupó el solar del templo actual.


Pero Raspay y su historia tienen otros dos nombres propios: Pedro Alcántara del Portillo y Ortega y, sobre todo, Ricardo Yáñez Sánchez, que fue alcalde pedáneo durante 28 años.

Fundador de la Iglesia y las escuelas

Pedro Alcántara del Portillo y Ortega nació en Yecla en 1835. Se le recuerda como un hombre de gran generosidad que colaboró incluso económicamente para la fundación del periódico La Verdad. Pedro Portillo tenía muchas posesiones en Raspay y fue quien edificó la Iglesia en 1904 y estableció una comunidad de monjas salesianas. Poco después marchó a Madrid, pero dejó como representante suyo en Yecla al sacerdote Cosme Soriano Ortuño, además de legar 40.000 pesetas (de la época) para poder construir dos escuelas.

Ricardo Yáñez Sánchez, el alcalde

Ricardo nació en 1898 en la pedanía de Los Pulgateros, término municipal de la localidad alicantina de Pinoso. Siendo todavía niño, su padre falleció y su madre volvió a contraer matrimonio con un vecino de Raspay. Fue entonces cuando la familia se trasladó a vivir a la pedanía yeclana. Allí, Ricardo se casó con Liduvina, con la que tuvo tres hijos: Caridad, Gregoria y Francisco. Durante toda su vida se dedicó a la agricultura como mediero en la finca “Casa Nueva”, trabajo que compaginó con su gran pasión: la política. Ricardo Yáñez fue alcalde pedáneo durante 28 años, concretamente de 1947 a 1975, año en que falleció.

Gracias a su apasionada gestión, a Raspay llegó el agua potable, el teléfono, la pavimentación de las calles y los accesos, la luz eléctrica y el alcantarillado. Todavía hoy, Ricardo es recordado por los vecinos de la pedanía como un hombre de buen carácter, amable y entregado por su pueblo. El 9 de septiembre de 1973, unos meses antes de morir, se le impuso la Medalla de Plata de la Constancia de la Cruz Roja Española, organización de la que era miembro. Ricardo Yáñez murió en Raspay el 24 de abril de 1975 y a su entierro, que fue multitudinario, asistieron un buen número de autoridades de pueblos limítrofes y una compañía uniformada de la Cruz Roja de Yecla. El 5 de septiembre de 1976, para honrar su memoria, los vecinos decidieron levantar un monumento con su busto en la plaza de la pedanía, que también lleva su nombre. Casi por unanimidad, y tras su muerte, los vecinos de Raspay decidieron que Francisco Yáñez Rico, hijo de Ricardo, sustituyese a su padre como alcalde pedáneo, cargo que ocupó hasta 1979.

Como pueden observar, a pesar de tener sólo 150 años de historia y algo más de 100 habitantes, Raspay tiene su propia vida. Pero todavía hay mucho más que contar. Su tradición, sus fiestas, su gastronomía, su estilo de vida… Por eso, en próximos artículos seguiré hablándoles de esta pequeña pedanía que, según creo, está olvidada por muchos yeclanos. Y quizá también por las autoridades municipales.

Fuentes

  • JAREÑO LÓPEZ, A-M. Radiografía de los territorios murcianos de habla valenciana. Murcia, 1993.

  • ORTUÑO PALAO, M. y ORTÍN MARCO, C. Diccionario del habla de Yecla, Yecla, 1999.

  • ORTUÑO PALAO, M. y ORTÍN MARCO, C. Las calles de Yecla. Barcelona, 2003.

  • Portal www.regmurcia.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola !!! muchas gracias por escribir este artículo. Nos ha sido de mucha ayuda!!! adiós!!

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