5 de febrero de 2014

Un mal que se puede remediar

Cada año los casos de mutilación genital femenina se multiplican en el mundo subsahariano. En España, un ginecólogo catalán apuesta por la reparación gratuita del clítoris a las mujeres afectadas por esta violenta tradición, aunque espera que la sanidad pública ofrezca también este servicio



La mutilación genital femenina se ha convertido en un mal endémico arraigado a la tradición y la cultura de algunos países subsaharianos. Aunque algunos expertos lo unen a la religión islámica, cabe destacar que el islamismo rechaza e incluso prohíbe esta práctica. Por tanto, lo primero que hay que tener claro es que la ablación del clítoris se entiende en estos países (Egipto, Sudán, Mali, Gambia, Sierra Leona o Somalia) como una tradición, un rito de iniciación a la edad adulta, tan arraigado que, aunque está remitiendo poco a poco, sigue muy bien visto entre la población de estos países.

Según el tipo de ablación, si es parcial o completa, la mujer afectada sufre problemas que van desde la falta de estimulación sexual en la zona a dolor en el coito y desgarros obstétricos en el parto. A su vez, hay niñas que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y con herramientas no muy ortodoxas como cristales, cuchillos o cuchillas de afeitar y nunca en centros sanitarios.

Aun así, “no hay que estigmatizar y culpabilizar a los padres de estas niñas”, explica el ginecólogo Pere Barri, impulsor de una iniciativa pionera en España que reconstruye de forma gratuita el clítoris de las mujeres africanas mutiladas en la clínica Dexeus de Barcelona. “Esos padres están seguros de que hicieron lo mejor para sus hijas, porque era lo normal en su país y, por tanto, no se sienten como maltratadores”, añade Barri. “Es tan normal como poner aquí unos pendientes a la niña que nace”, asegura. 

Por eso, Barri asegura que estas niñas no se sienten diferentes ni mutiladas hasta que no llegan a un país occidental y se dan cuenta de lo que han padecido. “Psicológicamente es un golpe importante, por eso no solo ofrecemos cirugía, sino también un apoyo psicológico”, explica. La técnica que dirige este ginecólogo se desarrolló hace quince años en Francia y en la Clínica Dexeus de Barcelona se aplica desde 2008.

Desde entonces, Barri y su equipo han tratado a 50 mujeres, aunque esperan aumentar este número a los 20-30 casos anuales gracias a que están encontrando más cauces para la financiación. “Empezar fue muy difícil, pues el objetivo siempre fue que la reconstrucción fuera totalmente gratuita para las mujeres afectadas”, añade. El apoyo de la Fundación Salud de la Mujer fue vital desde el primer momento, “y también ayudó el premio que nos otorgó la Fundación Príncipe de Girona, pues además de dinero, nos dio gran reconocimiento”.

Seguridad social
Aun así, toda ayuda es poca. El objetivo de esta clínica es impulsar esta técnica y conseguir que se implante en otros centros sanitarios. “Necesitamos que se haga de forma rutinaria en otros centros, porque aunque viene gente a aprender, todavía no se practica en otras clínicas”. Como reconoce el doctor, es tan complicado que un centro privado lo ofrezca sin costes para el paciente, como que la sanidad pública lo ofrezca como una cirugía más.

El sistema nacional de salud debería sufragar la reconstrucción del clítoris y no tener miedo, puesto que no es una operación costosa ni se produce despilfarro alguno”, asegura. De hecho, el material necesario ya está disponible en cualquier quirófano de ginecología y aunque en nuestro país pueda haber muchas pacientes potenciales, pocas son las que dan el paso. “No es fácil que se decidan a ir en contra de sus creencias para aceptarlo y apostar por la reconstrucción”, manifiesta.

Sin embargo, “es una experiencia muy bonita y aunque haya poco dinero en la sanidad pública hay que apostar por hacer este tipo de cosas solidarias y útiles”. Además, los resultados son muy alentadores: en el 90% de los casos el aspecto del clítoris reconstruido es muy parecido a uno normal y en el 70-75% de los casos, la capacidad de estimulación de esa parte se recupera totalmente.

Todavía muchos casos
El número de niñas y jóvenes en riesgo de padecer mutilación genital en España se ha incrementado un 61% en los últimos cuatro años y ahora son casi 17.000 las menores de 15 años en esta situación, hijas de familias procedentes de países africanos en los que se realiza esta práctica. Según los datos publicados esta semana por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Fundación Wassu Gambia Kafo, Cataluña concentra el 36,6% del total de estas jóvenes de menos de 15 años, con más de 6.000 chicas, unas 2.000 más que en 2008, mientras que el municipio español con más mujeres menores procedentes de países donde se practica la ablación es Zaragoza, con 818 chicas en riesgo de padecerla.

En la Comunidad de Madrid residen unas 2.000 jóvenes, en Andalucía y la Comunidad Valenciana, 1.500 y en Aragón, Canarias, Baleares y País Vasco están empadronadas alrededor del millar.
A nivel mundial, y según las estadísticas oficiales, la práctica de la ablación afecta en la actualidad alrededor de unas 135 millones de mujeres y niñas. A su vez, cada vez se practica a niñas más pequeñas para evitar así que puedan juzgarlo por sí mismas al ser más mayores. En definitiva, una práctica arcaica y violenta que sufren todavía tres millones de niñas y adolescentes cada año.


Sin embargo, algunos países como Gambia han empezado a perseguir esta práctica e ilegalizarla, aunque todavía la ejercen muchísimas comunidades del país. Aun así, “muchas pacientes que tratamos son hermanas mayores, las hijas pequeñas ya no están mutiladas”, explica el doctor Pere Barri. Sin duda, un pequeño haz de esperanza empieza a iluminar a las mujeres de estos países.

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