5 de marzo de 2014

Vicente Chumilla vuelve a su origen

El pintor yeclano expone en la galería Rina Bouwen tras seis años de introspección y búsqueda interior


Hace más de dos décadas, el pintor yeclano Vicente Chumilla decidió romper con sus orígenes. “Hasta ese momento había hecho pintura figurativa un tanto geométrica, que se acercaba al primer cubismo unas veces y otras al expresionismo abstracto, pero acabé huyendo de ahí porque no encontraba temas para expresarme”. Desde entonces, su carrera como artista abrazó lo abstracto, muy alejado de aquel arte figurativo que había marcado sus inicios. Pero en 2008, después de su exposición en la Galería Kreisler, aquel pasado lejano cobró fuerza. Hoy, casi seis años más tarde de aquel momento de inflexión, Vicente vuelve a la galería Rina Bouwen de Madrid, la misma que le acoge desde hace más de dos décadas en la capital, para reencontrarse con su pasado porque, como asevera, “para romper” necesita volver al principio, “esa es la única forma de hacer una obra más propia”.

Parece que Vicente se ha cansado del abstracto. Se ha cansado de decorar paredes. “No hago pintura para vender ni para agradar. Ahora mismo vivimos la pobreza, la angustia, el dolor y eso es lo que quiero contar”. Expresionista hasta la médula, amante de las pinturas negras de Goya, Vicente no quiere que su pintura se quede al margen de la realidad actual. Decían los existencialistas franceses que la revolución no se hace con pinceles ni con poesía, “pero tampoco pintando cosas bonitas”, bromea.



Con esta vuelta a lo figurativo, con la casi total desaparición del paisaje que era donde siempre se había sentido más cómodo, Vicente intenta romper con ese largo periodo, volver a su primera época y recuperar aquellos trazos que recuerdan a Miguel Palao, su maestro, su compañero, su amigo. La figura triste, melancólica, con trazo ágil que tan bien supo reflejar el gran pintor yeclano se perfila en la espontaneidad que desprenden las figuras de Vicente. “Me interesa el trazo, el borrón, la sutileza de un tono, la energía que se entrevé en la realización de una pintura, pero no me importa que la pincelada sea precisa, sino que esté cargada de sentido intuitivo”, explica. Y es cierto. En esta muestra se percibe cómo Vicente se regodea en la emoción, en el gesto entre dos personas que se abrazan, pero no en los detalles de sus narices o su pelo.

Y en ese origen que persigue Vicente está Miguel, pero también está Yecla. Su familia, sus amigos, su ‘mecenas’ Juan Navarro (Navarro Azorín), “que siempre estuvo ahí”, ya no solo apoyándole a él, sino a la cultura con mayúsculas, “aunque el Ayuntamiento, egoísta, no se lo haya sabido nunca reconocer”. Una génesis que, a su vez, le resulta visceral, emotiva, impulsiva, dolorosa, pasional. Y así es como se define la obra que Chumilla ha desarrollado a lo largo del último año y medio, que emana ternura, odio, rabia, miedo y amor. Amadores y guerreros que se entremezclan en un devenir incierto. En un pasado oscuro, en una guerra sin alma.

Aun así, Vicente no puede esconder su pasión posmodernista, neo-expresionista. Porque su pintura va más allá. No se queda en la mera y ruda deformación de la realidad, sino que  busca una nueva dimensión, deconstruye su sentido convencional dibujando con la mano izquierda o con el lienzo al revés. Son figuras menos icónicas, más rebeldes. Pero, aunque pintando de lado llega antes donde quiere llegar, Vicente no se atreve a emular a uno de sus referentes más importantes, el alemán Georg Baselitz, y al terminar la obra, gira el lienzo, poniéndolo del derecho. Y me pregunto yo, al enderezar la obra concebida, ¿es Vicente quien se queda mirando al mundo al revés?

En definitiva, seis años después, el pintor yeclano vuelve a exponer con más fuerza que nunca. En aquel lejano 2008 decidió que tenía que descansar, dedicarse al grabado y reencontrarse consigo mismo. Hoy, más de un lustro después, parece que ha adivinado el método. En esta introspección, Vicente pretende volver al génesis de su obra para poder salir de sí mismo y empezar un nuevo camino. Quien quiera acompañar al pintor yeclano en tan interesante viaje puede hacerlo en la galería Rina Bouwen de Madrid hasta el 11 de abril. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Pasaré por Madrid en mayo y ya será tarde para ir a la exposición. Entretanto, si puede, salude a Chumilla de parte de Eloy, un antiguo compañero de algunas aventuras yeclanas.

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